Estoy tranquilo. Mis obras avanzan, en
buen camino y sin pararse, no a pasos agigantados pero si llevan el ritmo
sosegado que yo deseo. Me he permitido el lujo de ponerme el teclado sobre mis
muslos y, holgadamente, hacer honor a mi pequeño y humilde diario de bitácora,
y explicar lo que estoy llevando acabo desde hace algún tiempo.
Bueno, no hará mas de dos días, cuando un
muy amigo mío y yo, decidimos hacer una profunda reflexión e indagar un poco
sobre los misterios del Pathos, un global termino filosófico que engloba
demasiados conceptos como para ser explicado en tan solo una entrada. Creo que
estoy teniendo con el señor Arystar, las conversaciones más nítidas y
productivas que jamás he tenido con alguien en mucho tiempo. Esto me puede
ayudar en gran a parte, a comprender mejor la vida que me rodea, y a escribir
mejor de la vida de quienes me rodean, y de mi vida.

Diego utiliza el subconsciente para
derribar a mi yo interior, masacrarlo, hacerlo picadillo en una lucha de maldad
y crueldad.
Pero yo tengo un arma mucho mas poderosa,
con la que él jamás podrá luchar. Un lápiz.
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