29.9.12

El Árbol de Las Lápidas

Espeluznante lugar, creado por el ingenio macabro de Thomas Hardy. Adjunto el por qué de este extravagante sitio, y unas cuantas imágenes. 

"Antes de conventirse en un novelista famoso Thomas Hardy  (del cual toma nombre el árbol) trabajó como ayudante de un arquitecto llamado Arthur Blomfield entre 1862 y 1867. Durante este periodo se tuvieron que realizar unas obras en la parte antigua de la Iglesia de Saint Pancras. El obispo de Londres ordenó a Arthur Blomfield reubicar cientos de tumbas que había en el cementerio, pues parte de los terrenos habían sido vendidos  para que pasaran las vías de tren, que empezaban a conformar el complejo entramado ferroviario de la época. Por supuesto Blomfield dejó esa molesta tarea para su ayudante quien tuvo que encargarse de que se desenterraran todos los ataúdes y cadáveres, que fueron enterrados de nuevo en otra localización.

Las lápidas sin embargo no tenían un destino claro, Hardy pensó que deshacerse de ellas o lanzarlas al río Tamesis sería una falta de respeto por lo que decidió colocarlas en forma de círculo rodeando un joven fresno. Al fin y al cabo las tumbas que había en la parte desmantelada del cementerio eran muy antiguas y prácticamente nadie se acercaba a visitarlas.

Décadas después el árbol fue creciendo y su tronco y raíces envolviendo las lápidas dando el aspecto de que las tumbas eran parte del mismo fresno. Para Thomas Hardy el año que trabajó desenterrando cadáveres y ataúdes no pasó en vano, pues le sirvió como fuente de inspiración para los más sombríos pasajes de sus novelas."

 























*Información y fotografías extraídas de www.escalofrio.com*

27.9.12

Arte en negro

Joder, parad ya. Dejadme en paz. No, es imposible.

Mil historias, como una manada de búfalos, que se remueven tranquilamente pastando en mi mente, pisoteando y mancillando el terreno hóstil de mis pensamientos. No puedo apenas dormir, si bien tengo que ocupar mis horas de sueño con otras estupideces, para acallar las mil bocas que me susurran mil veces.
- Mañana escribo
- No, ahora.
- Son las tres de la mañana.
- Ahora.

Se van acortando plazos, reduciendo presiones, aumentando nervios, acotando personajes, repasando sipnosis. Eso es malo y bueno. Por una parte, esos lamentos errantes son insoportables, y el hacerlos callar poco a poco es bastante placentero. Aunque por otra parte, también es gratificante saber que hay susurros, porque creo que es bastante mejor delirar de vez en cuando, que no delirar nunca. La locura, te hace apreciar la estabilidad de la cordura, pero al mismo tiempo, gozar de un momentáneo y desequilibrado estado.

Por otra parte, dicho sea de paso, tanto certamen, tanto relato y tanta hostia, servirá para alimentar un poco a mi joven serpiente, así que estad atentos para cuando le eche un buen trozo de carne a mi sangrienta y extravagante mascota.

24.9.12

Entre hachas y arcos

Se acerca una buena ráfaga continua de certámenes literarios. Es buena época para sangrar por los dedos, y que unas buenas ojeras se despierten mientras tú no duermes. Es buena época también para dejar que todos los personajes, todos los argumentos, todos los finales y principios que tienes en tu estómago sean expulsados cómo sea, por dónde sea, cuándo sea.

 Y si no veo mal, se acerca por el horizonte, el colosal premio Gandalf 2012 de la Sociedad Tolkien Española, en la que debe salir de mí, después de una cadena que cubre meses de terror, miedo y horror, un relato de fantasía que tendrá ambiente en la Tierra Media.
¿Cómo puedo hacer esto? Mierda, enanos, elfos y orcos, ya os habíais marchado, no deberíais volver a mi mente. Ahora es mucho peor que antes, hay más tormenta.

El enano más joven partió el laúd del trovador en su espalda.

No podéis volver, además, vosotros no.  

-Dímelo mientras dejo tu dinero en el escote de una fulana - respondió el enano viejo, entre risas entrecortadas. 

Ya lo dejé bien claro en su día "Es la última vez que traigo enanos a mi taberna"


- Soy Olaf, y estoy sucio, también harapiento, pero con esta preciosidad, – dijo mientras sacaba su hacha- puedo separar tu cabeza del cuello en un solo movimiento.

¡De acuerdo! ¡Está bien! Salid todos de vuestra jaula: Brogail, Breog, Murdin, Olaf y Bognar. Recordad que esto no es el antiguo Diego. Este es mucho más cruel y malévolo. 

Prepararos para una muerte segura.


21.9.12

Reloj de aire

Tiempo. Naciste escaso y mortal, pero valioso en tu efímera existencia. Tan exiguo como nuestras vidas, tan perecedero como el fuego y tan valioso como un diamante recién pulido. Puto tiempo ¿Por qué tuviste que salir así, si nadie te tiene en cuenta hasta que te pierde?
Comienza el instituto, esa cárcel encubierta, ese infierno de humo. Mi tiempo se va reduciendo, y con él, la posibilidad de escribir como lo hacía antes.

No, por suerte no voy a dejar que me cague el miedo en la cara. ¿Qué haré? ¿Dejaré de estudiar? No, tampoco dejaré que me abrace la pereza.
Cualquier momento es bueno para escribir, incluso si tu musa no está cerca. No hay mejor forma de inspirarse para escribir, que escribir. He sabido ser bastante selecto con el tiempo, el lugar y la hora a la que me solía dedicar para escribir. Supongo que estará bien adaptarse al frío temporal del estudio y sacar un espacio dónde y cuándo sea.

Por ahora, me robaré un lapso de sueño, pero tal vez más adelante, tenga el suficiente coraje de escribir en el autobús. Aunque me temo, que quedará en una esperanza por dormir un poco más, porque como decía el señor Heinlein:

"No tienes que avergonzarte por escribir, pero hazlo a solas y lávate bien las manos cuando hayas terminado."

De lo que sí estoy seguro es que, aunque esté hasta los huevos de todo, el arte no me dará la espalda. Tampoco se la daré yo al arte, y por tanto, tampoco a vosotros si es que hay alguien que no tiene mejor cosa que hacer que leer esta basura hoy en día.
No es una excusa, ni siquiera una queja. Al fin y al cabo, esto es un diario de bitácora, que menos que poder dejar claro que los relatos deben salir un poco más suavemente. Al igual que mis pensamientos escritos.

Un escritor, incluso un "escritor", debería tener la pculiar habilidad de no poder vivir sin escribir.

17.9.12

La serpiente alquímica

No temáis pequeños relatos, que vivis entre sogas de pensamientos, y estúpidas filosofías paranoicas, como retales delirantes de mi retorcida y desbaratada mente. Os he hecho un pequeño hueco, en el pegajoso y maloliente estómago de esta serpiente eterna.
Sí, ya sé que es un poco incómodo vivir aquí, pero es lo que hay.
No, lo siento, no puedo cambiar vuestro hogar.
¿Que por qué? Es simple, este es mejor que ningún otro sitio que haya podido encontrar.
Es eterno.
No todos los sitios son eternos, ¿Hay algo más eterno que intentar terminar un círculo? Y si una serpiente se empieza a morder su propia cola, ¿No hace la forma de un círculo?

Mis pequeños relatos, bienvenidos al ínfimo e infinito quimérico mundo de La serpiente alquímica.

16.9.12

¿Disfraces?

Pensaba yo que iba a terminar el verano y mi relación con Diego iba a morir. Tan solo iba a quedar lo que escribimos juntos, esa basura que no sirve nada, y que tanto se empieza a apreciar.
Pero la verdad sobre él, creía que iba a tener que seguir dándome el trabajo de buscar esa fórmula extraña y reducida, que recogiera toda su vida.

Un solo seudónimo que encierra tanto, solo tres palabras, que enfrascan mi alma. Sin embargo, no sabía o no podía leer la etiqueta de ese curioso recipiente. No había colores en la máscara, ni figuras en el disfraz.

Y justo cuando pensaba que todo había acabado, llegó la frase que me abrió lo ojos. Usaba a Diego, pero ¿Por qué? ¿Por qué tenía la necesidad de firmar con ese nombre y no con el mio real? ¿Cómo lo usaba ni siquiera saber el motivo?

A algunos hombres los disfraces no los disfrazan, sino los revelan. Cada uno se disfraza de aquello que es por dentro. -- G.K Chesterton



Por fin. Esa es la razón. Es tan sencillo, como una máscara invertida, me "refugiaba" en Diego, solo para mostrarme de verdad.

Supongo que por este extravagante disfraz de desnudez, seguiré escribiendo.

4.9.12

Otro año

Otro año más, ¿Y qué? Sigo igual me siento igual. Tanta celebración, es tan solo un simbolismo tradicional. No me gusta ser tan especial en un día tan normal, realmente me encantaría pasar desapercibido, como pasa siempre. No rechazo nada, lo recogo con gusto y saco el jugo de que puedo a los regalos que me dan, que ya es mucho.
Son dieciséis años que no se dicen pronto, pero que no son nada en la vida. Como persona, me queda aun mucho todavía que caminar, si no muero antes claro. Como no soy yo quien tacha los nombres y destruye a las personas, como no soy quien decide el destino de nadie, ni siquiera el mío, solo deseo que sea una vida próspera la que me espera, al menos hasta que haya acabado la mitad de los cometidos que tengo aquí, terrenalmente atados. Deseos superfluos, caprichos inocentes, que tengo que acabar si debo descansar en paz conmigo mismo.
Aun más he de decir si hablamos de Diego, que le queda el mismo camino que a mis manos que le dan forma y a mi mente que le da vida. Todavía es larga la senda, pero por una parte, siento algo extraño. Me permito el día como de descanso optimista, para ver que he perdido tiempo, mucho tiempo. No he ganado dieciséis años, los acabo de perder. Los acabo de tirar por la borda, lo mismo que tiro días y días de crecimiento físico e intelectual por un pozo sin fin.

Podría haber escrito mucho más de lo que llevo, y ya he perdido mucho tiempo. Es tanto tiempo el que he perdido, que tengo el impulso irrepimible de intentar querer darlo todo por recuperarlo. Sé que no puedo resucitar esos minutos, pero si puedo darles un buen mausoleo. Una tumba como se merecen. Incluso una tumba que sea un puente en mi vida, la casa de mi alma. Eso hago con mis escritos, encerrar dieciséis años, y de paso recoger los diecisiete, y los dieciocho, y toda mi vida en papel.
Yo no soy gran cosa, soy otra mierda más, como los demás. Pero mi tumba, tiene que ser alta. ¿Qué es la tumba? Mi arte.
No quiero que se recuerde mi nombre de artista. Quiero que se recuerde mi arte.
Ya queda menos para que muera el artista, y perdure su arte.

2.9.12

¿Dónde estan mis monstruos verdes?

Este es un tema que me lleva ya dando dolores de cabeza desde que decidí que mi sillón de confort, estaba en el terror y el horror. Los noto dentro de mi. Como se mueven, como se retuercen dentro de mi ser intentando abrirme en canal para salir de la jaula de piel en la que los tengo encerrados. Son mis monstruos, que me atenazan día tras día, con los que tengo que convivir. A los que amo con total locura, y los que me odia con total fervor.

No digo nada nuevo, no es una novedad. Antiguamente, estos monstruos te dominaban, sucumbias a sus aullidos y los soltabas por la mano. Hubo momento en el que alguien descubrió que salian de un pincel, una nota o una mina. Desde entonces, transmutar monstruos en arte, se ha convertido en uno de los mejores dones que cualquiera puede desear.

Traigo unas suculentas palabras, del que ahora reconozco mejor creador de monstruos interiores, un simple maestro del horror contemporáneo: Clive Barker


«La buena ficción de horror siempre debe estar un paso más allá de los límites del buen gusto, para que el lector reciba la sensación de que el libro que tiene en sus manos es peligroso. La gente recurre a la ficción de horror para que ésta impugne sus tabúes, y a mí me gusta satisfacer este deseo. Casi toda la ficción de horror empieza con una vida rutinaria que es desquiciada por la aparición de un monstruo. Una vez eliminado el monstruo, todo vuelve a la normalidad. No creo que esto sea válido para el mundo. No podemos destruir el monstruo porque el monstruo somos nosotros. Piénselo: no hay peores monstruos que las personas con quienes nos casamos, o con quienes trabajamos, o que  nos han engendrado.»

No se queda aquí este maravilloso artista. De hecho esto es una simple y burda introducción a lo que realmente expresa su arte, y sus más íntimas motivaciones.

«Mi anhelo de perversidad estal vez un poco más completo que el de algunos de mis colegas escritores —confesó—. Quiero decir que si olfateo la predictibilidad de algo que estoy haciendo,inmediatamente me enfrío y dejo la pluma. Esto determina que mis cuentos sean unpoco escandalosos para algunos gustos, pero también determina que los lectoresaborden mis cuentos con la certeza de que se van a encontrar con algo que no separece a ninguna otra cosa. Supongo que ésta es la cualidad que ha demostrado ser fructífera... Nunca me he autocensurado. Nunca he emprendido una indagación para después detenerme a mitad de camino al darme cuenta de que me lleva a algo más macabro de lo que puedo soportar. Nunca he eliminado ningún subtexto sexual demi obra; en cambio, he tendido a llevarlo hasta sus últimas consecuencias conmucho placer. Y nunca he supuesto que algo era demasiado pasmoso oextraordinario para mis lectores. Siempre he supuesto que son tan valientes,temerarios y morbosos como yo... La verdad es que no me encarnizo con losanguinario. Me encarnizo con todo. Cuando mi relato es sanguinario, es muysanguinario; cuando es sexual, es muy sexual; cuando es humorístico, es muygracioso. No me gustan las medias tintas... Así que no creo ser un buscador desangre. Soy un buscador de excesos. Me gusta llevar los cuentos, los hechos y lospersonajes hasta las últimas consecuencias. Me afligiría que mi público me leyerasólo para ver cómo despedazan a la gente. Esto sería un poco como asistir a una función del Rey  Lear sólo para ver cómo le arrancan los ojos a Gloucester.»




Da bastante que pensar este sublime artista, del que aun me quedan muchas cosas que aprender. Espero que vosotros también seais capaz de sacar vuestros monstruos gracias al brillo que nos deja el señor Barker.
 
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